NUEVO PARADIGMA: Del razonamiento lógico a la gestión emocional en el ambiente laboral
Por Ivana Amaro
Hasta hace muy poco, la lógica y la razón eran los supuestos básicos del actuar en el mundo, eso cambió, cada día se le da mayor relevancia a lo que nos convierte en humanos: las emociones.
Durante años, las emociones han sido consideradas impedimentos para que las personas puedan desarrollar sus actividades de manera óptima, incapaces de ser articuladas con la lógica para alcanzar objetivos o metas. Olvidando algo sustancial: las personas vivimos diariamente con nuestras emociones y nos dan información acerca de lo que nos pasa, son parte de nuestro ser y no deben ser controladas o reprimidas.
Las emociones y las personas
Durante décadas, se sostuvo que, para tener un pensamiento claro e impecable, era necesario apartar las emociones de las distintas situaciones vividas.
En los últimos años, esta mirada ha cambiado y se comenzó a comprender que las emociones no son impedimentos del buen juicio. Estas vienen de nuestra historia, condicionan la forma en la cual percibimos el mundo y pueden ser fuente de información y motivación para realizar las distintas acciones.
También, se comenzó a tener en cuenta los estados de ánimo de las personas, los cuales son cambiantes, una persona puede pasar de un estado a otro totalmente distinto ya sea por cuestiones físicas, psicológicas o del entorno.
No se habla de estados de ánimo y emociones negativas ya que todas son necesarias y son la forma en la que nos manifestamos. Nos referimos a estas como funcionales (útiles para lograr nuestros objetivos e integrarnos en nuestro entorno social) o disfuncionales (poco eficaces para lograr los objetivos de bienestar que hemos marcado).
Una misma situación nos puede afectar de diferente manera según el estado de ánimo que uno tenga y el tipo de emoción que genere, por ello es tan importante distinguir no solo nuestras emociones, también la de los otros, aceptarlas y accionar en base a ellas de la manera más adecuada.
Sería totalmente desacertado pensar que las personas “están” emocionales, somos seres emocionales y estamos todo el tiempo atravesando cambios anímicos que modifican nuestra conducta y pensamientos.
Margarita Kurz, coach ontológica profesional, especializada en procesos educativos y gestión del cambio, resalta la importancia de que las emociones no sean controladas, pero si gestionadas. Cuando uno trata de controlar a la emoción, esta termina por controlarte.
Las emociones nos permiten no solo conectarnos con nosotros mismos, también ser capaces de ponernos en el lugar del otro y establecer relaciones mucho más provechosas y beneficiosas.
Enfrentarnos a nuestras emociones y estados de ánimo nos permite entender mejor las situaciones y tener otra mirada sobre lo que nos sucede. Sobre este tema, Julio Olalla, uno de los coaches ontológicos más reconocidos en el mundo y especialista en teorías del lenguaje y educación, considera que la tristeza es una emoción que nos ofrece la posibilidad de aprender de ella si decidimos escuchar el motivo de la misma, en lugar de suprimirla o ignorarla como hacemos comúnmente.
¿Por qué se debe gestionar a las emociones en el ambiente laboral?
Las organizaciones están compuestas por grupos numerosos de personas, todas ellas con distintos estados de ánimo y emociones. Una buena gestión emocional dentro de lo laboral permite el desarrollo de un ambiente armonioso y provechoso no solo para los trabajadores, también para todos aquellos que interactúen con la organización.
En un trabajo se presentan constantemente situaciones de hostilidad o estrés, estas pueden ser gestionadas de una mejor manera si se tienen en cuenta los factores emocionales: qué motivos llevaron a que estas ocurran, cómo reaccionaron los trabajadores y aprender de estas situaciones para seguir creciendo de forma personal y profesional.
Una buena gestión emocional permite la autoconciencia, la autorregulación, automotivación, empatía y habilidades sociales. Todas estas llevadas al ámbito laboral representan una mejora para el clima y productividad.
Esto se verá claramente ya que en un entorno empático habrá mejores vínculos y comunicación entre pares y equipos, por ende, un alto nivel de cooperación.
A su vez, la buena gestión logra generar climas que favorecen el desarrollo de habilidades de los trabajadores y el inicio de conversaciones, las cuales son necesarias para el desarrollo de cualquier organización. Las empresas se conforman con redes de conversaciones.
La forma en la que las organizaciones deciden gestionar las emociones es un proceso de aprendizaje constante y necesario, lleva tiempo y recursos, ya que se debe analizar como desde la identidad hasta el clima organizacional afectan a las emociones.
Es oportuno cuestionarnos a partir de ahora ¿estamos controlando o gestionando nuestras emociones?
(*) Ivana Amaro, estudia Relaciones Públicas en la Universidad del Salvador y realizó una práctica profesionalizante en la consultora Business Press.